Garzón es un idiota. La India lo ha cambiado; escucho a Vivaldi, escribo y pienso en lo que viajo a otras tierras.
Me siento en mi escritorio, dispuesto a rodar por la tierra como en otros sueños. Quiero alejarme.
Paloma, quien me amó mientras yo fingía amarla, ahora esta en Saudade. Yo, por el contrario, estoy volando. A la vez estoy sentado aquí, viajando entre las historias y recuerdos de un amor que fue y que es en diferentes compaces.
Me gustaría, mientras pienso en mis viajes, que Atacama fuera mi hogar. Atacama no sabe de mí. Lloro por eso. Por la cobardía de ir y tocarla con mis húmedas manos y jugar con su árida tierra.
Pienso que Deseo me usó. Pienso también como la uso a ella para satisfacer mis más gradientes deseos.
No quiero usarla más. No me merece. No lo merezco.
Veo a dos gemelos besarse mientras recorro tierras sensibles de dos lugares distintos. Las recorro al mismo tiempo. Sonrío. Quisiera estar en sólo una de ellas.
Paloma es engañada y yo me engaño. El miedo me paraliza. No más procastinación.
Quiero amar como soñé que amar sería en estos tiempos. Me escondí detrás de un pantalla de luz y caracteres.
Sueño con el paraíso.
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