"nos dimos todo eso y mucho más" - LL
26 de Mayo de 1987:
Hasta hace poco, de hecho una hora, no te veía tan enamorada. Fuiste al salón y te arreglaste dizque para el matrimonio de tu hermana al cual no fui invitado. No importa. La detesto. Ella me detesta. Tus padres me detestan. Yo sigo queriéndote.
¿Cómo iba? sí, sí... que no te veía tan enamorada. No te había visto sonreír así. Te veo hace 10 años, pero no logro recordar haberte visto tan feliz. Entraste a eso de las siete de la mañana, estresada por cosas de mujeres. Tenías cólicos, se te notaba. Te conozco. Pediste que te dieran un masaje, que era urgente "estar con paz interior". Mientras eso yo te observaba, sonriente, pues tú habías sin saberlo, cumplido tu promesa.
Te desnudaste en el baño mientras con tus curvas seducías a la estatuilla de Apolo que ahora sirve como el aparatico donde pones el jabón. Alcancé a notar que lo hiciste suavemente, con cuidado, como si alguien a quien amas te estuviese viendo.
Saliste con la bata que dejaba tus piernas descubiertas hasta un poco más de la rodilla; hermosas, trigueñas y sensuales piernas. Entraste al área contigua. Manicure y Pedicure fueron tus requerimientos. Ya estoy aprendiendo a hacerlos con la esperanza de alguna vez hacértelos a ti. Saliste y te metiste al baño de nuevo, pero, dejaste la puerta entre abierta. Un minuto más tarde, un tipo alto, rubio y fornido entró y echó seguro. Reían. Salieron ambos, cada uno fingiendo que no habían reído. Creo era estaban hablando. Tal vez de mí.
Tú entraste al vestier y te pusiste tu vestido. Un hermoso vestido rojo fuerte, pasional ceñido a tu cintura como un rayo de sol a la primera persona tomando café una mañana. Sin medias, no las necesitabas; un suave escote que dejaba ver el indicio del camino de un recuerdo próximo. Tu espalda parcialmente descubierta y tu lunar, ubicado en la región arriba-central me sedujeron. "Qué bonita está" pensé para mí mismo.
Te pusieron los zapatos y saliste con el mismo tipo que entró a reírse contigo en el baño. Se subieron al carro.
Te veo salir de la mano de ese tipo. No lo resisto. Me cuelo en el carro, en el baúl, para que no se den cuenta. Voy a la fiesta que resulto ser el matrimonio y entró a la iglesia. Te veo a ti al lado de tu hermana sonriendo mientras ella se casa hasta el divorcio con un tal Feliciano, hijo de Mariano descendiente de Ospina Pérez, presidente poco efectivo de nuestra república. Allí es como si fueras tú la que se casa. Lo miras a él sonriendo. A la salida, lo besas. Allí decido retirarme.
15 de Abril de 1987
Entras por la puerta y te veo. Me sonríes. Tras ti entran tus padres, el tipo y sus padres según lo que logré abstraer. No lo soportó más. Decido decirte que te amo. Te lo digo. Él me golpea. Tu padre me golpea. Tu hermana me escupe. Salgo corriendo. Llego a casa. Mi madre me da de comer. Como. Leo las revistas. Escribo. Escribo esto. Escribo esto para no olvidar por quién escribo esto, mientras pienso en que mañana debo llegar temprano a la peluquería. Por ti. ¡Por ti maldita!
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